lun

30

sep

2013

LA PEDAGOGÍA EN VALORES DENTRO DEL CONTEXTO EDUCATIVO

Al analizar el concepto de  Valores y Virtudes  observamos que no son cosas que nos ponemos, ni  títulos de estudios. Ni siquiera el valor y la virtud son dones naturales con los que nacemos, porque si así fuera no serían valor ni virtud.

El Valor y la Virtud son disposiciones habituales del hombre, adquiridas por el ejercicio repetido de actuar consciente y libremente en orden a la perfección o al bien. El valor y la virtud para que existan y sean,  tienen que ser habituales, y no actos esporádicos o aislados.

Estas afirmaciones son observables al definir el valor como una cualidad que se puede practicar o no, mientras que la virtud  más  que ser una cualidad en nosotros, representa nuestra forma de ser y actuar.

Enfocados en esta dirección iniciamos de manera sistemática  la descripción de  tres grandes virtudes que pueden existir en el ser humano.

En  primer plano tenemos a las  Virtudes Teologales las cuales son virtudes infundidas por Dios en nuestra alma el día de nuestro bautismo, pero como semilla, que había que hacer crecer con nuestro esfuerzo, oración y sacrificio. Estas virtudes buscan que seamos capaces de actuar a lo divino, es decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, la comodidad y el placer.   

En segundo plano tenemos a las Virtudes Morales o Cardinales las cuales son llamadas cardinales porque son el gozne o el punto de apoyo sobre el cual gira toda la vida moral del hombre; es decir, sostienen la vida moral del hombre. Estas virtudes hacen al hombre cabal.

En el último plano y no menos importante de las virtudes se encuentran las Virtudes Humanas, interpretadas como  actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.

No podemos dejar por fuera a las actitudes, definidas como los procederes de una persona, el comportamiento que emplea el ser humano para hacer las cosas. En este sentido, se puede decir, que es su forma de ser o el comportamiento de actuar que impulsa y orienta la acción hacia determinados objetivos y metas.

Comportamiento que, según el Doctor Juan García Madruga, Catedrático  en Psicología de la Universidad de León,  se manifiesta en tres respuestas en el ser humano: 

ü   Las respuestas afectivas basadas en los sentimientos que hacen reaccionar a una persona y tomar una actitud en una situación determinada.

ü  Las respuestas cognitivas basadas en las creencias y valores que una persona tiene como referencia en su vida. Las creencias que las personas tienen sobre sí mismas y el mundo que les rodea originan sus actitudes.

ü  Las respuestas conductuales basadas estas en una dimensión más fisiológica, en el comportamiento que tenemos en una situación.

En conclusión los valores son una respuesta a las necesidades intrínsecas del ser humano; Una respuesta a necesidades que surgen de su propia naturaleza y su vivencia, que conlleva   a la afirmación de su propia personalidad, de su “yo” más profundo, del sentido más hondo de su existencia y de su vida en sociedad.

Debemos estimular en nosotros el hecho de  defender y  esforzarnos por interpretar objetivamente en nuestras vidas el concepto de virtud.

No debemos confundir valores con “buenos consejos”, ni con paradigmas.  Muchos Padres de familia y educadores tienen la tendencia a confundir la Pedagogía en Valores con el arte o hábitos de “dar buenos consejos” a los alumnos o a los hijos.

No puede negarse la importancia que tiene el dar  buenos consejos a una persona.  Sin embargo, una auténtica Pedagogía en Valores trata de concebir, diseñar o estructurar y llevar a la práctica una acción educativa inspirada en auténticos valores de vigencia universal.

Lic. Harold Melhado. 20/9/13

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sáb

28

sep

2013

Crecimiento y desarrollo: un cambio fisiológico y biológico que afecta a nuestras (os) jóvenes estudiantes

 

¿Qué me está pasando? Una pregunta que los Padres deberían poder responder.

 

Es la pregunta que al igual que Jane se hacen  a diario miles de niñas adolescentes después de haber cumplido los 11 años. Hoy ella cuenta con 16 años y es una adolescente que ha comprendido, gracias a la dirección de sus padres,  que los cambios ocurridos en su cuerpo y en su modo de pensar y actuar, fueron debido al llamado de la naturaleza, al desarrollo evolutivo del ser humano desde la niñez, pasando por la pubertad, hasta alcanzar la adolescencia. Su responsabilidad consistirá en encontrar su identidad y formarse una personalidad que le servirá de base para alcanzar la madurez.

La adolescencia es la etapa que supone la transición entre la infancia y la edad adulta.  Este periodo de la vida se identifica con cambios dramáticos en el cuerpo y la psicología, como los que tuvieron lugar en el cuerpo de Jane.  En esta etapa de la vida se suelen dar una serie de cambios no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional, social y del desarrollo intelectual.  Es un período en el que comienza a experimentarse e incorporarse cambios interiores, búsqueda de la identidad; cambios exteriores, desarrollo sexual; etapa de intercambio con el medio que los rodea.

 

La adolescencia suele ser dividida en tres etapas que conllevan sus propios cambios físicos, emocionales, psicológicos y de comportamiento.  El desarrollo vivido por Jane entre los 8 y 16 años no estaba solamente determinado por el crecimiento y los cambios biológicos que experimentó su cuerpo, sino también por su propio temperamento y personalidad, por las expectativas puestas en ellos con los que convive, y por las influencias sociales.

 

La primera etapa de la adolescencia de Jane, conocida como la pre-adolescencia o pubertad, dio origen al crecimiento acelerado de su cuerpo, marcado por el ensanchamiento de sus caderas, el crecimiento desigual de sus huesos y órganos, el interés por aprender habilidades de vida, un sentimiento egocéntrico, un mayor afán de hacer planes y cumplir objetivos, una relación de afecto y dependencia de ambos padres, además de inclinarse a tener menos amigas más íntimas que niños.  Es en esta etapa que se inicia la maduración sexual con la acumulación de tejido adiposo alrededor de los pezones, formando pequeños brotes de senos, aunado esto a la aparición del vello púbico y el desarrollo de sus órganos sexuales.

 

La segunda etapa de la adolescencia en la vida de Jane se caracterizó por la aparición de la menarquía: el momento de su primera menstruación, y por la conclusión del desarrollo sexual, marcados por desarrollo final de los senos y la aparición del vello axilar.  Llegada la pubertad en esta etapa Jane aumenta su apetito, duerme más de lo debido y comienza a preocuparse por el incremento del peso corporal, la piel, la altura y el aspecto físico en general.  Sin embargo, el cambio más impactante que experimenta en esta etapa y que la confunde es el deseo sexual por adolescentes del sexo opuesto.  Es en este momento, que los padres de Jane juegan un papel fundamental en su vida, dándole luces y guiándola a través de esta transición de manera objetiva, para así evitar consecuencias irreparables tales como el embarazo precoz o, en el peor de los casos, contagiarse de una enfermedad de transmisión sexual (ETS).

 

Finalmente, Jane ha alcanzado la tercera etapa de su adolescencia y conforme vaya avanzando en la misma adquirirá mayor homogeneidad entre sus compañeros; mayor capacidad para pensar de forma abstracta e hipotética sobre el presente y el futuro; menos egocentrismo y mayor énfasis sobre valores abstractos y principios morales; formará su propia identidad; vulnerabilidad ante posibles preocupaciones, depresiones y trastornos como la anorexia; los conflictos con sus padres serán menos y se dará mayor respeto a ellos, comprendiendo que sus opiniones se basan en los valores; las amistades con chicos será más frecuente y la influencia de los amigos seguirá siendo clave en el desarrollo personal de su identidad propia.

 

Sabemos que la adolescencia puede ser un período de prueba tanto para los hijos que la sufren como para los padres que viven con ellos, el hogar no debe convertirse en un campo de batalla si los padres y los hijos hacen un esfuerzo especial por entenderse unos a otros.  La comunicación constante que existió entre Jane y sus padres, desde su niñez hasta su adolescencia, fue factor determinante en su Desarrollo Personal y Social, que hoy día le ha brindado las bases necesarias para iniciar su camino hacia la madurez.

 

Y pensar que todo inicia en la pre-adolescencia con la formulación de una simple pregunta ¿Qué me está pasando? y la esperanza de los adolescentes de obtener una respuesta, por parte de los Padres, respuesta que en muchas ocasiones nunca llega.

 

 Lic. HAROLD MELHADO.

Junio de 2010

 

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vie

27

sep

2013

Los adolescentes y el entorno social educativo

 

La adolescencia se caracteriza por cambios físicos enormes que trasladan a la persona desde la niñez hasta la madurez física. Los cambios tempranos de la pre-pubertad se notan con la aparición de las características sexuales secundarias.

 

Los cambios rápidos y súbitos a nivel físico que experimentan los adolescentes normalmente le agregan a este período del desarrollo las características de timidez, sensibilidad y preocupación sobre los propios cambios corporales; a la vez que se presentan comparaciones angustiosas entre sí mismo y los compañeros.

 

La vida en familia proporciona la influencia más temprana para la educación de los hijos. Es determinante en las respuestas conductuales entre ellos y la sociedad, organizando sus formas de relacionarse de manera recíproca, reiterativa y dinámica que son las interacciones más importantes en familia.

 

La familia se percibe como entidad positiva que beneficia a sus miembros; de lo contrario, si el ambiente es negativo, existe menor control sobre ellos mismos. El adolescente es muy sensible a su entorno cultural; si su desarrollo es anormal, aparecerán dificultades en sus relaciones (familia, escuela, sociedad).

 

En la adolescencia los espacios donde son posibles las interacciones sociales se expanden, mientras que se debilita la referencia familiar. La emancipación respecto a la familia no se produce por igual en todos los adolescentes; la vivencia de esta situación va a depender mucho de las prácticas imperantes en la familia. Junto a los deseos de independencia, el adolescente sigue con una enorme demanda de afecto y cariño por parte de sus padres, y estos a su vez continúan ejerciendo una influencia notable sobre sus hijos.

 

En nuestra sociedad se está produciendo cada vez más un aplazamiento de las responsabilidades sociales y la adquisición de la propia independencia. Algunos adultos continúan siendo eternamente adolescentes: se habla del síndrome de “perpetua adolescencia”, con sentimientos de inferioridad, irresponsabilidad, ansiedad, egocentrismo,...

 

Cuando un adolescente consume los medios de comunicación, éstos pueden brindarle una orientación muchas veces clara, otras confusa y normalmente contradictoria. Y es que, por una parte, los medios brindan información de una cultura dominante que sugiere seguir normas, valores y estilos de vida deseables, donde lo más típico se encuentra en los modelos ideales de consumo que promueven los mensajes de la publicidad. Por otra parte, también se encuentran medios de expresión de desacuerdo, protesta y rebelión contra el mundo, como la promoción de una cultura juvenil libre de opresiones y reglas, capaz de salir adelante en libertad y democracia o bien siguiendo el camino de la anarquía.

 

El adolescente en la escuela se interesa por la adquisición de un conjunto de valores y un sistema ético que dirija su conducta, además esta etapa es un período de auto realización que es un proceso absolutamente individual. Cabe agregar que el adolescente vive un tiempo de cierto hermetismo en donde se cierra al diálogo y observa sobre todo lo que le rodea en la familia y en la escuela. Quizá su único escape sea su grupo de amigos y compañeros que se acompañan en el despertar de su vida durante todo el proceso escolar.

 

Con respecto al interrogante de cómo debe ser la relación educativa, suscribimos a la opción de considerarla asimétrica, pero sin entender por ello una relación autoritaria, por el contrario debe ser democrática y afectiva, recordando que el mandato social-educativo de complementar su formación e instrucción debe mantenerse. ”La enseñanza comienza cuando el docente planifica los objetivos y prevé los medios para lograrlos. Sin embargo se concreta en el aula, en una excursión, en el gimnasio y en cualquier momento y lugar, en que los alumnos realizan actividades y experiencias con la orientación del educador y con la finalidad de alcanzar los objetivos previamente fijados." (Avolio de Cols, 1977)

 

Una relación educativa en donde los roles se diluyen o desconfiguran, es una relación por lo menos irregular y ajena a la tarea docente , ya que , hay un educador , hay un educando y hay un objeto científico por conocer , por supuesto que en la interacción se construye y reconstruye el conocimiento , pero las diferencias existen y se deben mantener.

 

Los adolescentes se enfrentan a la vida desde una nueva perspectiva, en la que necesitan una mayor libertad e independencia, así como mantener un grado alto de autoestima y poder ir afirmando su personalidad.

 

Los valores que se presentan en la relación con los padres no siempre son positivos o negativos, dado que esta calidad del valor vendrá determinada por el punto de vista del adolescente: la libertad, la autosuficiencia, la vanidad, el respeto y el amor filial.

 

El adolescente, aparte de los valores que manifiesta en sus relaciones con los demás, bien sea la sociedad, los compañeros, o sus padres, disfruta o padece otros valores que le son propios, como la ignorancia, la evasión, la educación, el afán de superación, la identidad y la cultura.

 

Lic. Harold Melhado 2010

 

 

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